Desde el Centro de Estudios para el Desarrollo Humano (CEDH) de la Universidad de San Andrés, estamos comprometidos en abordar los efectos sociales del coronavirus con especial foco en la población más vulnerable. A tal fin, hemos convocado a nuestra red de investigadores quienes, desde sus diversas especialidades, intentarán iluminar algunas de las dimensiones que necesitan ser visibilizadas.

Se presenta aquí una serie de breves notas generadas por investigadores asociados al CEDH. Éstas forman parte de una iniciativa del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en asociación con otros centros de investigación de la región. Dichas notas ciertamente no agotan la temática, sino que pretenden ser simples disparadores de una discusión más profunda, que aborde todas las aristas de la problemática.

Cualquier sugerencia o comentario con espíritu constructivo será muy agradecido. ¡Bienvenidos a la conversación!


El caso de la campaña Seamos Uno en Argentina Por: Mariano Tommasi y Manuel Franck

La campaña Seamos Uno presenta un ejemplo de coordinación eficiente con organizaciones de base, facilitada por tecnología, que puede servir de caso de estudio para fortalecer este tipo de políticas desde el sector público.

Frente a la pandemia de COVID-19 y sus repercusiones socioeconómicas, la campaña nacional Seamos Uno se lanzó a finales de marzo en Argentina para atender la urgencia alimentaria en barrios vulnerables de todo el país. La campaña unió los esfuerzos de organizaciones religiosas con los de cámaras empresariales con el propósito de maximizar las ventajas competitivas de ambos en la instalación y ejecución de la iniciativa para acelerar tanto la identificación de necesidades como la distribución de alimento.

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Por: Juan Pedro Ronconi y Delgina Vernet Ayerza

El contexto de emergencia sanitaria e incertidumbre presenta desafíos para los individuos con Trastorno del Espectro Autista (TEA) quienes acostumbran a seguir patrones de comportamiento repetitivos y cuyas rutinas han sido interrumpidas con la cuarentena obligatoria.

En Argentina, la pandemia del COVID-19 ha llevado a que la población deba adaptarse repentina e indefinidamente al encierro y aislamiento desde el 20 de marzo. Dicha situación ha planteado grandes cambios y desafíos que se complejizan cuando se trata de personas con necesidades especiales como los individuos con Trastorno del Espectro Autista (TEA), quienes acostumbran a seguir patrones de comportamiento repetitivos y rutinas estructuradas. Por lo tanto, se plantea la importancia de crear nuevas rutinas en el hogar de modo que las personas con TEA se valgan de esquemas claros y organizados, apoyados por material visual, a fin de mitigar los efectos de la incertidumbre propios de la cuarentena. Además, resulta fundamental la acción conjunta por parte de las familias, los profesionales de salud y educación, y del gobierno, en pos de promover el bienestar integral de las personas con Trastornos del Espectro Autista para asegurar su acompañamiento y contención a lo largo del aislamiento.

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Por: Jorge Paz

Las condiciones sociales y económicas preexistentes en Argentina convierten a niñas, niños y adolescentes del país en población de riesgo frente a la pandemia COVID-19.

Las condiciones socioeconómicas preexistentes convierten a niñas y niños del país en población de riesgo ante la pandemia COVID-19. Su situación individual (la asistencia a la escuela, por ejemplo), de la situación de la persona adulta responsable de su cuidado, o del hogar en el que residen son fuertes determinantes de su riesgo. Actualmente, más de la mitad de niñas y niños se encuentran en condiciones de vulnerabilidad social y sólo un 8,6% no enfrentan ningún tipo de riesgo en Argentina. Se trata de más de 2,5 millones de menores de 18 años. Las niñas y niños que están en riesgo por tipo de hogar, supera el 40% en general, pero los que tienen una mujer como PR superan el 60%. Más de la mitad de niñas y niños residen en hogares cuya/o jefa/e está desempleada/o, o experimenta precariedad en el mercado laboral y porcentaje supera el 70% cuando se trata de una jefa mujer.

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Estado de situación frente a la pandemia de Covid-19 Por: Agustín Colque, Lucía Pavón y Juana González Lobo

Frente a la pandemia de Covid-19 y la imposición de una cuarentena obligatoria, la situación de carencia y vulnerabilidad prexistente de la población travesti-transgénero se profundiza.

En Argentina, casi todas las personas trans viven en la pobreza y la indigencia. Frente a la pandemia de Covid-19 y la imposición de una cuarentena obligatoria, la situación de carencia y vulnerabilidad de esta población se profundiza. Además, la obligatoriedad del distanciamiento social impide el acceso de la mayoría de las personas trans a su única fuente de ingreso, que es el trabajo sexual. En este contexto, la comunidad trans ha respondido rápidamente a través de las organizaciones defensoras de sus derechos, que se ocuparon de reforzar las redes de contención y asistencia a sus miembros, en un intento de proveer apoyo económico y emocional. Sin embargo, es necesario implementar una intervención por parte del estado que responda de manera integral a sus necesidades especificas.

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Por: Guido Neidhöfer

Las consecuencias de la pandemia COVID-19 incluyen una intensificación en las desigualdades económicas y sociales en el largo plazo. Dichos efectos en parte serán producto de una transmisión intergeneracional de la desigualdad.

La pandemia COVID-19 y las medidas para contenerla están afectando seriamente la desigualdad social, la distribución de recursos en el largo plazo y la igualdad de oportunidades en numerosas dimensiones. Ciertas investigaciones previas muestran que uno de los elementos fundamentales para comprender cuán nociva puede resultar la desigualdad económica, y cómo ésta afecta la igualdad de oportunidades, es la dimensión intergeneracional del fenómeno. La interrelación entre la educación, el nivel de ingresos y la salud terminará por delimitar el impacto del COVID-19 sobre las generaciones futuras. El diseño de políticas públicas e intervenciones que consideren los posibles efectos intergeneracionales de la pandemia será crucial en el proceso de mitigación del impacto que la situación actual tendrá en las sociedades en el largo plazo.

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Por: Ariel Fiszbein

Frente a la crisis del COVID-19 y el cierre de las escuelas, las autoridades educativas deben adoptar enfoques múltiples a la educación virtual y desarrollar y comunicar efectivamente las directrices estratégicas a la comunidad educativa como un todo.

La pandemia del Covid-19 ha puesto a los sistemas educativos de América Latina y el Caribe en una situación de crisis sin precedente. Ningún país de la región tiene la conectividad, plataformas pedagógicas y experiencia práctica necesaria para garantizar que todos los niños y niñas puedan recibir la misma educación virtual en estas circunstancias. Por lo tanto, resulta necesario pensar en un menú de opciones que incluya clases virtuales, el uso de aplicaciones (a través de teléfonos celulares y no solo a través de computadoras y tabletas) y videos, entre otros. Las plataformas desarrolladas por las autoridades educativas en Chile, Colombia, Perú o Uruguay ilustran estos enfoques múltiples a la educación virtual.

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Por: Juan Segnana

El cese de la actividad económica, las restricciones al sistema de salud y la carencia de transferencias del estado, pone a los migrantes Latinos en América Latina y Estados Unidos en una situación de precariedad mayor a la de los nativos frente al COVID-19 y sus consecuencias económicas.

El freno en la actividad económica inducido por la crisis del COVID-19 a través de las políticas de distanciamiento social ¬-que generó el cierre indefinido de rubros como el gastronómico, hotelero y comercial- ha aumentado la vulnerabilidad de los migrantes en los distintos países de la región ya que muchos trabajan en estos sectores y en otros de la economía informal. Muchas migrantes han quedado en la calle y además, las restricciones al sistema de salud y la carencia de transferencias del estado, pone a los migrantes Latinos en América Latina y Estados Unidos en una situación de precariedad mayor a la de los nativos frente a la pandemia. La forma en la que los gobiernos decidan responder ante esta emergencia sanitaria global resulta crucial para garantizar un mínimo de bienestar a estos grupos, que también contribuyen al desarrollo del país en que se asientan.

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Por: Martín de Dios

La preexistente vulnerabilidad social de la población indígena en Latinoamérica aumenta el riesgo de esta población frente al COVID-19 y a sus consecuencias económicas.

La población indígena constituye uno de los grupos de mayor vulnerabilidad social en el mundo. La situación de salud de los pueblos indígenas por enfermedades infectocontagiosas introducidas es problemática debido a su alta prevalencia y el muy deficiente servicio de salud al que tienen acceso. Por lo tanto, el COVID-19 implica una real amenaza para comunidades indígenas cuyas condiciones de hacinamiento y falta de acceso a medios adecuados de sanitación los expone a un mayor riesgo. El impacto de las crisis pone de manifiesto el grado de vulnerabilidad de ciertas poblaciones que además de tener peores condiciones de vida tienen mayor sensibilidad ante los impactos de las crisis.

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Por: María Victoria Anauati

El COVID-19 ha provocado cambios que podrían reducir la desigualdad de género en el mercado laboral a largo plazo a raíz de mayor flexibilización en arreglos laborales y cambios en la división del trabajo en el hogar.

La actual recesión económica motorizada por el COVID-19 afectará la desigualdad de género en el mercado laboral de diferentes formas en el corto y en el largo plazo. En el corto plazo, los autores predicen que la pandemia tendrá un efecto negativo desproporcionado sobre las oportunidades de empleo de las mujeres en comparación con los hombres. Principalmente porque la crisis tiene un gran impacto negativo en las ocupaciones de servicios con altas tasas de empleo femenino y por el drástico incremento en la necesidad de cuidado infantil. Sin embargo, en el largo plazo, los nuevos arreglos laborales más flexibles y cambios en la división del trabajo dentro del hogar parecen indicar que en el largo plazo, dichos cambios adoptados por la pandemia probablemente logren empujar las normas sociales hacia una mayor igualdad de género en la provisión de cuidado infantil y trabajo doméstico.

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Por: Maria Emma Santos

Las personas en pobreza multidimensional aguda constituyen un grupo de alto riesgo para el COVID-19 y actualmente en América Latina y el Caribe 39 millones de personas habitan en hogares que se encuentran en dichas condiciones.

Las personas en pobreza multidimensional aguda constituyen un grupo de alto riesgo para el COVID-19 y actualmente en América Latina y el Caribe 39 millones de personas habitan en hogares que se encuentran en dichas condiciones. La pandemia en sí y el impacto de las medidas adoptadas no solo han evidenciado la fragilidad de los hogares multidimensionalmente pobres para cumplir la medida sanitaria de aislamiento social preventivo, sino que también podemos predecir que las medidas de aislamiento tendrán un impacto duradero en muchas dimensiones de la pobreza. Por lo tanto, además de transferencias monetarias, es necesario pensar en otras dimensiones de la pobreza y tomar medidas que se dirijan a estas cuestiones para amortiguar el impacto de esta epidemia sobre los más pobres. Se requiere la implementación de mecanismos de contención y acompañamiento a las familias en pobreza multidimensional que den continuidad, aunque en otra modalidad y sin duda como un sustituto muy imperfecto, a la ayuda que recibían típicamente de las escuelas y organizaciones sociales diversas de manera presencial.

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Por: Jorge Paz

Las personas mayores, entendiendo por tales aquellas que tienen 65 años y más, se llevan la peor parte en esta pandemia; la más trágica. La probabilidad de morir una vez contraído el COVID-19 es para este grupo muy alta y creciente con la edad.

Ocurre que la prevalencia de enfermedades críticas para la mortalidad por coronavirus es más alta entre las personas mayores y crece con la edad. Se trata, además, de un grupo vulnerable desde una perspectiva social. Los ingresos de que disponen provienen de un sistema de seguridad que, si bien incluye a la mayor parte del grupo, los dota con un monto menor que les permite acaso cubrir las necesidades básicas de alimentación, pero no mucho más. Por otra parte, el grupo tiene un nivel educativo comparativamente bajo y poco ejercicio en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, lo que los hace más dependientes de los otros grupos de población (principalmente de personas adultas en edades centrales) y que los posiciona en desventaja en la sociedad actual.

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